- “La emergencia de un programa de investigación en genética”, en Lorenzano, P., Martins, L.A.-C.P. y A.C. Regner (eds.), Ciencias de la vida: estudios filosóficos e históricos, Segunda edición, London: College Publications, 2013, pp. 155-180. ISBN 978-1-84890-031-8.
La genética cristalizó como disciplina separada dificultosamente, a través del trabajo de William Bateson y sus colaboradores. Esto no sucedió ni de un día para otro, ni sin oposición. Por el contrario, este es un proceso que tuvo lugar durante gran parte de la primera década de este siglo y en donde el llamado «mendelismo» de Bateson tuvo que afirmarse frente a otras perspectivas que entonces también abordaban el problema de la herencia, tales como la biometría, la citología y la embriología experimental. Sin embargo, y a pesar de no haberse alcanzado en el campo de la herencia, ni antes ni después de dicha cristalización, acuerdo completo por parte de la comunidad científica acerca de cuáles eran los problemas a resolver, cuáles serían las respuestas aceptables, cuáles los criterios que deberían satisfacer tales respuestas, cuáles las técnicas adecuadas y cuáles los fenómenos interesantes, fue el programa de investigación cuyas bases sentara Bateson el que llegaría a ser sinónimo de genética y el que, al comienzo de la segunda década de nuestro siglo, poseería la mayor aceptación por parte de la comunidad científica.
El objetivo del presente trabajo es doble: por un lado, exponer los cambios de tipo conceptual y metodológico que tuvieron lugar dentro del estudio de la problemática de la herencia durante la primera década de nuestro siglo y que llevaron, de la mano de los desarrollos teóricos de Bateson y colaboradores conocidos bajo el nombre de «mendelismo», al establecimiento del primer programa definido de investigación en genética; y, por el otro, caracterizar dicho programa.